Ruta circular por el Parque Natural de las Lagunas de Neila
Ruta social: 12,5km y 600m de desnivel (5 horas 25 minutos)
Salida: 9:30hNueva aventura veraniega para continuar con nuestra buena racha de salidas montañeras. Esta vez visitamos por primera vez el Parque Natural de las Lagunas de Neila... en verano, pues ya habíamos pisado estas lagunas de origen glaciar en temporada invernal, a propósito de nuestras prácticas invernales (PIS)
Tras casi 2 horas de viaje desde San Esteban y El Burgo, el bus nos deja en la parte más alta del aparcamiento del parque. Nos echamos a la espalda nuestros bultos y salimos por la pista en dirección a las lagunas.
Vemos enseguida a nuestra derecha la laguna de los Patos y un poco más adelante la más pequeña laguna Brava. Ahí arranca una breve pero intensa subida hasta alcanzar la cuerda de la sierra, en la parte alta del gran circo glaciar de las lagunas Negra y Larga.
Al rato giramos al oeste en dirección al pico de la Campiña. Alcanzamos el vértice que marca el alto poco antes de las 10 y media de la mañana.
Nos recreamos unos minutos con el magnífico paisaje que se domina desde ese punto, con las lagunas Larga y Negra en primer plano, el reconocible aguijón de Peña Aguda algo más lejos y la línea del sistema Ibérico al fondo, donde se avistan sin esfuerzo el Urbión, el pico San Lorenzo más a la izquierda y el pico San Millán en el extremo.
Tiramos unas pocas fotos de recuerdo y continuamos siguiendo la cuerda de la sierra, dejando siempre a nuestra derecha las lagunas Larga y Negra.
A las 11 de la mañana alcanzamos la parte norte del gran circo glaciar, justo en el extremo norte de la laguna Negra y decidimos que es buena hora para almorzar. Damos cuenta de nuestra viandas sin prisa y una media horita despues continuamos nuestra marcha.
Aquí nuestro camino gira al oeste en dirección al llamado Alto de la Campiña, rodeando un pequeño circo glaciar situado al noroeste del principal, con la pequeña laguna de la Tejera al fondo. Al poco de superar el Alto de la Campiña hacemos un giro brusco para bajar a la hoya del pequeño circo y nos dirigimos de nuevo al este, en dirección de nuevo a la laguna Negra. Superamos un corto tramo en pendiente ascendente y tras pasar un collado, nos "lanzamos" bajando por un ancho cortafuegos en dirección este.
Tras algo más de 1 km descendiendo por el cortafuegos tomamos una senda a la izquierda en dirección sur que nos adentra en el bosque de los Tejos, un oscuro y húmedo bosque de robles, pinos... y varios ejemplares de majestuosos tejos, de gruesos y agrietados troncos, y por su aspecto muy longevos.
Tras un rato de caminar por el bosque nos desviamos unos metros para visitar otro de los atractivos de nuestra visita a las lagunas, la cueva de los Potros, donde allá por el siglo diecinueve se escondió el famoso cura Merino, que tras la invasión napoleónica se reconvertió a guerrillero y trajo de cabeza a las tropas francesas. Un personaje de vida polémica y singular. Es el lugar ideal para nuestra foto de grupo con la cueva de fondo.
Enseguida salimos del bosque por la laguna de la Cascada, junto al sólido refugio construído a su orilla, por desgracia bastante deteriorado por el paso del tiempo.
Desde la laguna tomamos una ancha pista por donde avanzamos cómodamente unos pocos kilómetros hasta llegar a la última dificultad de la jornada.
Giramos a nuestra izquierda y la senda nos lleva, en una exigente subida de apenas 1 kilómetro, en dirección a Peña Aguda al noreste por un bosquecillo de pinos silvestres, algunos de gran altura. Las fuerzas ya van justas y nos vemos obligados a hacer un par de paradas pero el final de nuestra ruta ya está cerca. Salimos de nuevo a la carretera y enseguida alcanzamos el aparcamiento donde pacientemente nos espera nuestra conductora Belén junto al bus.
Todavía no damos por concluída nuestra aventura, pues nos toca disfrutar de una merecida comida esta vez al aire libre, a la orilla de la Laguna Larga con el suave sonido de los cencerros de las vacas que pastan despreocupadamente a poca distancia. Hay tiempo para comer sin prisa y aún alguno decide echar una pequeña siesta a la sombra de los pinos cercanos. Y a eso de las 4 de la tarde juzgamos que es hora de terminar el "pícnic" e iniciamos nuestro regreso a casa.
Y una vez más -ya van tres desde nuestro arranque post pandemia- disfrutamos de una gran experiencia montañera: ruta llevadera salvo por un par de subidas exigentes, con buena temperatura todo el día (no sufrimos en exceso el calor), espectaculares vistas, bosques que encienden la imaginación y cuevas de leyenda. ¡Otra para el recuerdo!
David Alonso