Excursión conjunta de los grupos Kantueso y SanBur donde acompañamos al padre Duero caminando por su margen derecha desde Garray hasta Los Rábanos, aprovechando el paso por Soria para visitar el monasterio de San Juan de Duero.
38 caminantes, nada menos, nos apuntamos a bajar siguiendo el curso del río Duero, una mañana de sábado del mes de noviembre. Y eso a pesar de las malas previsiones meteorológicas, que luego no fueron tal, pues el día salió más bien soleado, con alguna nube aquí y allá y algo de viento. Eso sí, hizo bastante frío, aunque dentro de lo esperable en mitad del otoño.
La salida sin mucha demora desde Garray, tras viaje en bus desde San Esteban, pues ya pasaban de las 9 de la mañana. Unos pocos salimos una hora antes desde Soria y caminamos hasta Garray por la cañada real soriana al encuentro del grupo principal. Comenzamos cruzando el largo puente sobre el Tera y el Duero y de inmediato tomamos a la izquierda la senda del Duero.
El camino hasta Soria siguiendo el río no tiene ninguna dificultad, pues fue recuperado y acondicionado hace años por el ayto de Soria y está perfectamente señalizado y en buen estado de conservación.
A las 10:30h ya estábamos cruzando el puente de piedra para hacer una oportuna visita al monasterio de San Juan de Duero, conscientes de que se nos pasaba peligrosamente la hora del almuerzo. Julián, del grupo Kantueso, nos ofreció una inmejorable (aunque por breve, por las circunstancias) explicación del arte, historia y arquitectura del templo y su entorno: de esas que te animan luego a querer saber más de piedras y monjes del románico, habilidad muy meritoria pues está al alcance de muy pocos. A la visita cultural le siguió un rápido almuerzo, apremiados por la hora y el frío, más intenso por la humedad del río, si cabe.
A las 11 de la mañana continuamos por el paseo de San Prudencio en dirección sur, echando una breve mirada a San Saturio a nuestra izquierda. No había tiempo esta vez para visitar la ermita y además íbamos bien a gusto caminando por la soleada orilla opuesta. Justo al mediodía estábamos cruzando el río Golmayo, a la altura de los restos del antiguo viaducto del tren. En este punto se planteaba la posibilidad de elegir 2 posibles rutas para llegar a Los Rábanos, la primera siguiendo la senda del duero por medio del monte, la segunda tomando una estrecha senda continuando por la margen derecha del río. Sin mucha discusión todos decidimos seguir la segunda vía, más exigente pero indudablemente más bonita.
Una vez cruzado el río Golmayo, la senda vuelve hacía atrás por la orilla opuesta hasta dar de nuevo con el Duero y una vez alcanzado este no se despega de su margen derecha, siguiendo las curvas que traza caprichósamente hasta llegar a la presa de Los Rábanos. El terreno es escarpado y la senda sube y baja contínuamente ofreciendo poco descanso al caminante. Tras bajar al barranco de Valhondo hay un repecho corto pero especialmente duro.
El resto del recorrido es similar, siempre subiendo y bajando un cañon tras otro, entre grandes bloques de roca caliza, adentrándonos en bosquecillos de Encinas y Quejigos, Fresnos, chopos y abedules más cerca de la orilla; el río siempre a nuestra izquierda y el cerro de Santa Ana con sus bien visibles antenas de telefonía al fondo. Al echar la vista atrás siempre sorprende ver la ciudad de Soria tan cerca.
Al rato la senda discurre llaneando casi al nivel del río y nos adentramos en un pequeño pinar. Parece que el terreno nos da una tregua y lo duro ya ha terminado, pero no es más que una falsa alarma. Al poco vuelven de nuevo las cuestas, arriba y abajo. Vamos progresando poco a poco con la paciencia propia de los caminantes experimentados.
Llegamos por fín al primero de los miradores sobre el Duero ya cerca de la presa de Los Rábanos. El paisaje cárstico que se nos ofrece invita a pasar el resto de la mañana allí, oteando y fotografiando. Ciertamente es como los Arribes del Duero a menor escala, menos espectaculares pero igualmente bonitos. Hago mención aquí de las oportunas explicaciones que nos iban dando los de Kantueso, Julián y Jorge, perfectos conocedores de la zona, a propósito de aquellos lugares de interés por donde pasábamos, como un antiguo molino ya desaparecido a la altura de Valhondo, o la interesante cueva del Asno en la otra orilla del Duero ya cerca de la presa de Los Rábanos.
Más allá del mirador la vereda enfila hacia el oeste, claramente ya en dirección a Los Rábanos, siempre entre grandes roquedos y sin alejarse nunca de la orilla, igual de exigente que en los kilómetros anteriores, o quizá más debido al cansancio. Hasta que al remontar la enésima loma de repente aparece el pueblo no muy lejos al fondo.
Ya solo nos queda continuar unos minutos más y tras una bajada pronunciada, saliendo de un pequeño bosquecillo de pinos, la ruta nos ofrece un atajo que lleva directamente a Los Rábanos. Casi todos desechamos el atajo y continuamos hacía el embarcadero, siguiendo un poco más por la orilla del río hasta el mirador, desde donde se domina el último tramo del embalse que ya se abre claramente hacía la presa. Unos metros más adelante llegamos a la orilla del embalse que da al pueblo, habilitada como zona de baño y tomamos el camino a la derecha que conduce por fín al mismo, entrando por la iglesia parroquial de San Pedro. Poco antes de las 3 de la tarde dábamos por finalizada la caminata llegando al bar social de Los Rábanos.
Y para resolver el siempre peliagudo problema de dar de comer (y beber, pues uno acaba sediento, y no siempre de agua, tras 6 horas de caminata) a 38 cansados y hambrientos caminantes, allí estaba Jesús al "mando" del bar, esperándonos con una buena olla de potaje y un buen entrecot y bacalao a la plancha a los que cualquiera les decía que no. Como viene siendo habitual, es la forma idónea de recuperar fuerzas tras el esfuerzo mañanero. A las 6 de la tarde, con los últimos rayos de sol, vuelta en bus a Soria unos y a San Esteban el resto, para finalizar de este modo la jornada.
Y así fue nuestra excursión siguiendo al padre Duero por los alrededores de Soria, tras 6 horas de caminar, mitad por sendero suave y mitad atravesando cañones "rompepiernas". Me repito una vez más: el recorrido es exigente por lo abrupto, pero bien merece la pena el esfuerzo.
Para acabar, los datos de la ruta:
- Recorrido: Garray, Soria y monasterio de San Juan de Duero, cruce con el río Golmayo y vuelta a buscar el Duero siguiéndolo hasta acabar en Los Rábanos.
- 38 caminantes.
- 19'9km recorridos, 500m de desnivel positivo y prácticamente los mismos de desnivel negativo.
- Tiempo empleado: 6 horas incluyendo paradas y visita al monasterio.
Track GPS de la ruta
¡Muy bien juglar... otra crónica para la historia y para el recuerdo!!!
ResponderEliminarHasta la próxima... que es pronto.