Tras un parón de varias semanas, volvemos con una caminata larga pero sin dificultad: la ruta del Cerco al Alfoz, que sale de San Esteban de Gormaz, pasa por Soto, Aldea, remonta el río Pedro hasta Peñalba y vuelve de nuevo a San Esteban. En Peñalba precisamente celebran la festividad de San Gregorio y nos unimos a ellos: buena comida, buena música y la mejor compañia en un día caluroso, más propio del mes verano.
29 caminantes (si las cuentas no me fallan) salimos con buen ánimo de San Esteban, a eso de las 9 de la mañana. La temperatura es agradable a esa hora, aunque el día es de mucho calor, sin llegar al bochorno.
Cruzamos el puente sobre el Duero, donde la contundente corta de chopos en el sotillo provoca comentarios de todo tipo. Avanzamos sin prisa por el camino de Soto. Llegamos hasta el canal de Ines y de ahí en dirección norte por la ribera del río Pedro, hasta dar a la carretera. Hay que continuar un pequeño trecho por la carretera y después tomar la pista que se nos ofrece a la derecha. Llegamos sin contratiempos a Soto a las 10:45h, hora adecuada para el parón del almuerzo.
Tras la media hora de rigor, apuramos la botella de vino, echamos de nuevo la mochila al hombro y continuamos camino de Aldea (11:15h). Tomamos la pista que sale hacia el sur, cruzando las bodegas.
A medio camino entre los dos pueblos, encontramos la pista que sube hasta la Torre de doña Urraca, que es una colina singular, pues es nombrada en el Cantar del Mio Cid como el refugio que eligió el Campeador para sus hijas tras el episodio de Corpes. Hoy día sobre el cerro se asientan varias antenas de telecomunicaciones que dominan la zona (983m). Como vamos bien de tiempo, decidimos subir hasta el alto para hacer la ruta un poco más "exigente" (12:05h). En la cima nos demoramos unos minutos para observar en derredor las conocidas siluetas de las sierras de Cebollera, Urbión, Neila, el Moncayo a lo lejos, el castillo de Gormaz en un plano anterior y la sierra de Ayllón mirando hacia el sur. En primer plano los campos ofrecen un verde intenso, salpicados aquí y allá con el amarillo de las aylagas.
Bajamos campo a través hasta dar con la pista que conduce a Aldea. Enseguida llegamos al pueblo, donde hacemos otra breve parada (12:45h).
Dejamos Aldea atrás continuando por la cómoda pista que conduce a Peñalba; a nuestra izquierda, los chopos de la ribera del río Perico nos ofrecen su sombra.
13:40h. Ya estamos entrando a Peñalba donde termina nuestra ruta, al menos por unas horas. Este 9 de mayo se celebra el día de San Gregorio Ostiense, que fue obispo de Ostia allá por el siglo 11 y luego vino a España a predicar por estas tierras.
Descansamos y hacemos tiempo mientras la gente sale de misa y llega de San Esteban la Salmonete Band, que se encarga de poner la música. Al rato nos acercamos al lugar donde los de Peñalba preparan la comida, las antiguas escuelas ahora reconvertidas en local para usos variados. Disfrutamos en buena compañia de una estupenda paella, ideal para un día soleado día de primavera. Lo de estupenda no es por decir, darle el punto adecuado a una paella para una centena de comensales requiera de un mínimo de maestría culinaria, ¡no vale cualquier "experto" de esos concursos de cocina amañados que nos ofrece la televisión!
No faltan luego el café, los dulces y licores. Y como colofón una velada musical ofrecida por la Salmonete Band que se alarga por varias horas. Tocan gran variedad de temas, para todos los gustos, como suelen hacer. Vamos, como una boda pero con mejor ambiente y camaradería y sin tanto pijerio. Un día para recordar gracias al interés y esfuerzo de las gentes de Peñalba (con la guinda de los incombustibles músicos arrascapostes).
Y tras comer, beber, conversar y bailar sin freno, toca volver a San Esteban. Unos por diversos motivos han salido ya antes, otros, los menos, deciden que no andan más y se vuelven en coche. El resto más rezagados, salimos para San Esteban por el paraje del Turronero y los corrales de las Comarcas, a eso de las 8 de la tarde. Llegamos a San Esteban una hora después, habiendo completado unos 25 kilómetros de ruta. Aunque la jornada se alarga un buen rato más, pues es sábado y no tenemos prisa, comentando las anécdotas del día cerveza o refresco en mano. Y preparando con entusiasmo las rutas venideras.
Y ahora que has leído este breve reportaje hasta el final, es obligado que continúes con el brillante relato de Eduardo Bas, que nos acompañó por segunda vez este año, y que publicamos con su permiso a continuación.
¡Como siempre... muy bueno juglar!!!
ResponderEliminarY pensar en las siguientes aventuras...