Episodio tercero de nuestro proyecto de Ruta Transibérica, iniciado en 2012, en la que vamos recorriendo a pie el Sistema Ibérico septentrional al estilo alpino, con los víveres y el material necesario en nuestras mochilas. Recorremos la cuerda de la sierra del Camero Viejo o de Monte Real, un terreno exigente con contínuas subidas, bajadas y vegetación abundante. Salimos el Sábado desde el puerto de Piqueras, avanzando por el límite de las provincias de Soria y La Rioja y haciendo noche de vivac junto al nacimiento del río Masas, para bajar el Domingo hasta el cauce del río Cidacos y remontar hasta el pueblo de Yanguas.
Datos de la ruta:
- 10 caminantes: Ana, Vidal, Angel, Javi, Juan Carlos, Miguel, Félix, Germán, Jose Luis (Barbis) y David.
- 2 días de ruta, Sábado 12 de Julio, 25.7km, desnivel acumulado positivo 567m, desnivel acumulado negativo 788m, y Domingo 13 de Julio, 18.8km, desnivel acumulado positivo 657m, desnivel acumulado negativo 830m.
- Tiempo empleado: 8 horas, 48 minutos (7 horas sin paradas) el Sábado y 4 horas, 58 minutos (4 horas y 30 minutos sin paradas) el Domingo.
Sábado: salida desde San Esteban e inicio de la ruta.
Son las 8 horas y 40 minutos del sábado cuando el bus que nos trae de San Esteban nos deja a nuestra suerte en el puerto de Piqueras. El día pinta feo, muy nuboso y frío. La niebla "escupe" finas gotas de agua y amenaza lluvia. Sin sentirnos amilanados por las condiciones meteorológicas comenzamos a andar por la cuerda de la sierra del Camero Viejo. Nos movemos con comodidad por un bien cuidado cortafuegos, rodeados de pinares, primero hacía el Noreste y unos pocos kilómetros después en dirección Norte. Al poco rato el camino se convierte en un tobogán contínuo con fuertes repechos y bajadas. Con frecuencia el cortafuegos es invadido por helechos y piornos en varios tramos. Tras "coronar" una sucesión de distintas elevaciones -Alto del Prado, Alto de Prado Somero- a las 10 y media llegamos hasta el cerro Calvo, lugar que elegimos para almorzar.
A la media hora arrancamos de nuevo. La pista gira ahora hacía el Este. Por suerte para nosotros según transcurre el día el cielo se va despejando lentamente, resultando después de todo climatológicamente perfecto para caminar. La siguiente cota es Cerro Castillo y desde esta bajamos por el collado Delantero pasando al lado de un refugio de cazadores bien conservado. Remontamos hasta una pequeña elevación llamada La Redonda para caer a otro pequeño collado y continuar con una exigente subida que nos hace sudar más de la cuenta, hasta el cerro de La Comadreja de Valgrande. Unos minutos para recuperar el resuello. Llegados a este punto afortunadamente la pista no tienen tantos desniveles. Hacia el Oeste distinguimos la cima del Urbión y el Castillo de Vinuesa. Tras caminar otra hora más en direción Noreste, alcanzamos el cerro Hincado donde paramos largo rato para comer y descansar.
A las 15:15h continuamos sin dejar la cuerda de la sierra siempre en dirección Este por el lado riojano (una valla de espino marca el límite entre provincias). El camino al principio es despejado pero al rato se pierde entre piedras y un espeso piornal por el que avanzamos con dificultad. Cruzamos al lado soriano que se ve más despejado y nos permite avanzar más rápido y a las 15:45 pasamos por el cerro de Ribagorda; su cima es un afloramiento de grandes rocas que se destaca entre el "mar" de piornos y demás arbustos rastreros.
El sendero desciende ligeramiente hacia el Este hasta la peña del Contadero. Desde hace un rato vemos a nuestra izquierda el monte de Santiago que nos sirve como referencia. Continuamos caminando sin bajar el ritmo hasta el Alto del Haya donde un par de pistas que se cruzan nos plantean dudas de por donde continuar. Descendemos por un cortafuegos en dirección Sureste hasta que topamos con una pista que sube desde Yanguas y que nos conduce cómodamente hasta el nacimiento del río Masas, final (casi) de nuestra primera jornada. Medio kilómetro más adelante llegamos a un refugio no guardado cerca del cruce de 2 pistas, lugar que elegimos para pasar la noche.
El refugio nos sorprende pues es de buen tamaño y el exterior se encuentra en un aceptable estado de conservación; por dentro está bastante abandonado, en su día parece que fue una especie de albergue, bien equipado con cocina, baño, varias habitaciones y un salón central con una enorme chimenea en el centro. Algunos deciden instalarse en su interior y otros preferimos vivaquear al raso. Como en años anteriores "matamos" el tiempo entre conversaciones y partidas de cartas hasta la hora de la cena. Otros deciden bajar a refrescarse en el nacimiento del río. Disfrutamos de una cena temprana y relajada recordando aventuras y compañeros de años pasados por estas sierras. A las 8 y media, todavía bien de día, nos metemos en los sacos a descansar pues estamos derrotados de la dura caminata con la casa a cuestas -al estilo alpino-.
La noche es algo fresca. Una luna espectacular asoma por el Este y llena el pinar con una luz fantasmal. Se ve más grande y más luminosa que de costumbre -fenómeno conocido como superluna-, pues coinciden su fase de luna llena y su perigeo, el punto más cercano de la órbita lunar alrededor de la Tierra (como bromea Vidal casi nos hace falta protección lunar, además de la solar). La madrugada pasa relativamente tranquila salvo por los mugidos y el tintineo de cencerros de un rebaño de vacas, que pasa sin prisa a pocos metros de nuestro campamento, y las llamadas de una lechuza cerca del amanecer; el ruido más molesto lo provoca un vehículo a motor cuyos ocupantes no tenían nada mejor que hacer que perderse en el monte a montar una "fiesta".
Domingo: camino de Yanguas y final de la aventura.
El domingo a eso de las 7 y media nos vamos "espabilando" y nos ponemos en pie sin prisa. Tras un desayuno frugal, vamos recogiendo el campamento y al rato ya estamos preparados para continuar nuestro viaje. Poco antes de las 9 emprendemos la marcha, como la jornada anterior, en dirección Este. El día ha amanecido completamente despejado y nos permite disfrutar de unas magníficas vistas, aunque el calor ya se va notando de buena mañana. El terreno es parecido al del Sábado, el cortafuegos por el que avanzamos está bien despejado y es cómodamente transitable. Dominan el paisaje espesos bosques de pino, con manchas de un verde más claro de algún hayedo a la distancia. A la izquierda a lo lejos vemos la población de Najerilla en La Rioja, y al fondo adivinamos la silueta de los Pirineos. Volviendo la vista hacia atras vemos con claridad el pico San Lorenzo. A la derecha, hacia Yanguas, el despoblado de La Vega.
En poco rato alcanzamos el alto de Nocedillo, punto más alto del día. Aprovechamos para hacer la foto -oficial- de la expedición y almorzar, pero sin demorarnos demasiado. 30 minutos más tarde ya estamos otra vez en marcha; continuamos apenas 1 kilómetro por el cortafuegos a lo largo del límite provincial, para girar al sur y encontrarnos con una pista que desciende zigzagueando hacía la depresión del río Cidacos. Al calor del mediodía ya es sofocante. El grupo se separa y cada uno baja a su propio ritmo. La ancha senda de un rodeo bastante largo primero hacía el sur por las faldas del barranco de Lería (vemos a nuestra izquierda el despoblado de Lería, cuya visita estaba en un principio en el programa, pero que omitimos pues vamos algo justos de tiempo), gira al oeste en dirección al despoblado de La Vega y se cruza con otra pista más ancha que desciende rápidamente por el barranco de Sancabrás, hasta llegar al nivel del cauce del río Cidacos y la carretera comarcal SO-615.
Continuamos por la carretera en dirección a Yanguas. El caminar por el asfalto se hace pesado y monótono, con el agravante del calor y el numeroso tráfico. 13 curvas más tarde llegamos a la iglesia de Santa María, muy cerca ya del pueblo. Aquí algunos decidimos dejar la carretera y seguimos por una senda que discurre por el cauce del Cidacos pasando bajo su puente medieval. Buscamos alguna poza o remanso del río para refrescarnos y chapotear un rato. Tras quitarnos el polvo del camino en las -más que frescas- aguas del Cidacos, nos dirigimos al centro rural "Los Cerezos", donde va llegando poco a poco el resto del grupo. En el restaurante devoramos, como si hubiéramos estado 2 días perdidos por el monte, una suculenta comida (estupendo el potaje de lentejas y la mousse de frutas del bosque, entre otras viandas). Y finalizamos la aventura -haciendo tiempo hasta la llegada del minibus que nos había de llevar de vuelta a San Esteban- tomando una copa para brindar por el cuarentaytantos aniversario del compañero Félix y el éxito de nuestra tercera aventura de la ruta transibérica.
Y para terminar (como nos recuerda nuestro capitán), los versos del poeta que nos animarán para futuras transibéricas...
A galopar hasta enterrarnos en la mar.
...por aquello de que el Sistema Ibérico muere en el Mediterráneo.
Perfiles de la ruta y tracks GPS:
Así como ya es clásico el comentario sobre nuestras rutas de: "todo-ha-salido-según-programa", tambien podíamos incluir otro tópico sanbureño: "muy-bueno-escribidor". David... buena y fiel crónica de la TransIbérica3.
ResponderEliminar¡Y en unos días a "bajarse al moro"... subidón, subidón!!!
Graaaacias una vez más. Y que todas las rutas siguan saliendo según programa....toquemos madera.
ResponderEliminarPor cierto, respecto a los datos del receptor GPS que llevé a la ruta: me ha sorprendido los kilómetros totales que marcan los tracks (26km y 19km), en especial el del Domingo, aunque no me parece que estén mal, el chip gps que lleva es bastante fiable. Los datos de elevación sí que estaban bastante desajustados, tuve que corregirlos con una aplicación online.
Es más preciso el garmin oficial del grupo desde luego.