Gorilas en la niebla

17 de Marzo de 2013

Al momento de redactar esta crónica, han surgido los siguientes titulares alternativos.

Titular alternativo:

Gorilas en la nieve.

Titular resultón:

Prácticas invernales en alta montaña con utilización de material específico: piolet, crampones, bastones nórdicos y raquetas.

Aquí viene la crónica de la última expedición sanburera. Tarde como siempre. El becario está un poco vago y ha entregado el texto a última hora de ayer Martes. Vayamos pues al grano.

Después de un breve tiempo sin actividad, el Domingo 17 de Marzo nos aventuramos de nuevo a la montaña, en la que ha sido la última salida del invierno.

Salíamos como es obligado desde San Esteban y la ruta arrancaba desde el puerto de la Quesera, en la sierra de Ayllón (Segovia). Y en la casilla de salida nos presentamos 8 'inconscientes' montañeros de Sanbur a pesar de las visicitudes climáticas que íbamos a padecer ese día, inasequibles al desaliento. Para el registro: Angel, Jarri, Jose Mª Villares, Miguel, Tachen, Toño, Vidal, y David, el que esto les escribe. El parte meteorológico amenazaba mal tiempo, y vaya si acertó.

Poco después de las 9 de la mañana, y tras el viaje en bus que nos subió hasta el puerto, nos equipamos cual modernos guerreros camino de la batalla una fría mañana de invierno, para meternos en seguida en el monte. Jarri comandaba la expedición, avanzando rápido con sus raquetas de nieve. Nuestros pasos nos llevaban hacia el este, adentrándonos en la espesa niebla. El viento escupía contínuamente copos de nieve a la cara. Estar un rato bajo un vendaval de nieve es bastante molesto. Hacerlo durante horas es una p..... (pongan aquí la palabra que quieran).

Un inciso: hay que aclarar que desde un principio la actividad no se desarrolló según programa. Al poco de echar a andar, enseguida nos dimos cuenta de que seguir la ruta que habíamos programado era más que difícil. Combinamos como de costumbre la orientación tradicional con la electrónica, y aun con todo la incertidumbre nublaba nuestras decisiones. ¿Tenemos que seguir a lo largo de esta valla?, no mira, el GPS dice que un poco más allá marca un sendero, pero es que hay que ir hacia el Norte........ continuamos a pesar de nuestras dudas y 1 hora después adivinamos, unos metros por delante de nosotros, una formación de rocas. Habíamos llegado al pico de la silla (1937m). Tras dudar unos instantes (otra vez) decidimos continuar en dirección Oeste. Según nuestros cálculos estábamos a unos 4 kilómetros de la Buitrera. Seguimos caminando -penosamente- sobre la nieve, envueltos siempre en la misma niebla cerrada, con la nieve cayendo sin clemencia, cada vez más mojados a pesar de nuestros guantes y chubasqueros.

A las 11 de la mañana más o menos, y tras vagabundear un buen rato, paramos de nuevo para reunir el grupo y volver a 'encontrarnos' en el mapa. Tras unos minutos leyendo este nos dimos cuenta de que estabamos a los pies del pico Tiñosa (1948m), bastante alejados por tanto de La Buitrera, que quedaba al Norte. En ese momento decidimos renunciar a nuestros propósito inicial y regresar de vuelta al puerto de la Quesera. Al final resulta que nos perdimos 'un poco' por la sierra de Ayllón, ¡como para subir al Annapurna! -es un decir-.

El almuerzo fue de los más frugales y gélidos que hemos conocido. Sacamos las viandas, un poco de vino -¡ese Antídoto!- y despues de cuatro mordiscos rápidos y dos tragos (¿o fueron dos mordiscos y cuatro tragos?), justo cuando el moquillo que bajaba por las fosas nasales llegaba al punto de congelación, hicimos rápidamente la acostumbrada foto de grupo, cargamos los bultos y nos pusimos de nuevo en marcha.

Tras almorzar. En las inmediaciones del pico Tiñosa.

El resto de la ruta caminamos relajados, incluso hubo un rato en que paró de nevar. Al llegar a la carretera que conduce al puerto, coincidimos con una pareja de agentes medioambientales de la zona de Guadalajara, con los que enseguida entablamos animada conversación.

De vuelta en el puerto de la Quesera.

Llegamos al puerto de la Quesera. Otra foto para la ocasión. Como era todavía un poco pronto (apenas pasado el mediodía) y no nos habíamos mojado suficiente, decidimos bajar carretera abajo hacia Riaza, al encuentro del autobus que se suponía subía a recogernos a eso de la 1 y media. Dicho y hecho, pues al rato nos localizó, llevándonos en un suspiro hasta Riaza. Allí acabamos en el restaurante las Columnas, como viene siendo ya costumbre, donde Miguel nos preparó unos -más que nunca- apetitosos menús a base de garbanzos y ternera (y bacalao) que devoramos sin compasión.