Aquí está la breve, como siempre, crónica de nuestra pasada aventura montañera por tierras de Ágreda, con ascensión incluida al pico Moncayo o pico de San Miguel.
Pero antes de empezar quisiera disculparme por la progresiva disminución en la calidad literaria de este blog, motivada he de decir por la prolongada ausencia de Don J. de Blas y sus valiosas aportaciones. Ya saben, esto no es lo que era y cualquiera tiempo pasado es mejor.
Bueno, al lío. Sábado, 9 y cuarto, más o menos de una mañana soleada y prometedora: tras un largo viaje en autobus desde San Esteban, 20 esforzados montañeras y montañeros, mochila a la espalda, partiendo del último aparcamiento antes de llegar al Santuario de Ntra. Sra. del Moncayo, comenzamos a subir a buen paso por las faldas del Moncayo en su vertiente aragonesa . Enseguida nos adentramos en un bosque de pinos. 40 minutos despues llegamos al Santuario, donde hicimos un pequeño y necesario descanso.
Santuario de Ntra. Sra. del Moncayo.
10 minutos para reagruparnos y continuamos ascendiendo aún entre pinos. Sobrepasamos al rato el límite de la masa arbórea, hasta así llegar a la conocida hoya o circo glaciar de San Miguel (a unos 1900m de altitud). Eran las 10 y media. Juzgando que el vino ya se había aireado lo suficiente hicimos una paradita para almorzar.
Circo glaciar de San Miguel a 1900m de altitud.
Cuatro bocados, otros tantos tragos de vino, y los 20 minutos nos pusimos de nuevo en marcha, encarando las rampas más duras de la ascensión. Tras gran esfuerzo, entre las 12 y las 12 y media alcanzamos el cerro de San Juan, a 2279m de altura, ya en el cordal de la sierra. Ahora el terreno era más llevadero pero la temperatura era más baja y el viento tocaba bastante las narices, como siempre en la cima del Moncayo. A la 1 de la tarde aproximadamente y sin mayor contratiempo hicimos cumbre.
Tradicional foto de grupo-en-la-cumbre.
Foto de grupo de rigor y todos 'pa abajo' que hacía frio. Descendimos rápidamente hacia el noroeste por una ladera pedregosa y a los 45 minutos ya habíamos llegado al collado de Castilla, a un lado el Moncayo y a otro el pico Negrillo. Desde ahí seguimos bajando por el barranco de Agramonte. Al poco tiempo caminábamos otra vez a la altura del bosque de pinos: aquí la bajada se hace bordeando la masa boscosa en el límite de las provincias de Soria y Zaragoza, por un pedregal algo peliagudo por la presencia de hielo (unos cuantos nos fuimos al suelo, o a por liebres en jerga sanbureña).
"Marditas" piedras resbaladizas.
Al rato nos adentramos de nuevo en el bosque y los pinos dejaron pasa a hayas y robles según perdíamos altura.
En el bosque del barranco de Agramonte.
Tras el largo descenso (se hizo duro) a las 3 de la tarde más o menos paramos a comer. La tropa ya andaba algo cansada pero lo más duro ya había pasado. Estábamos ya abajo del barranco y enseguida encontramos la pista forestal que lleva al refugio de montaña.
A eso de las 5 de la tarde por fin llegamos al refugio. Dejamos las mochilas y en seguida recolectamos algo de leña para caldear el local adecuadamente. Luego una larga espera hasta la hora de la cena (que nos trajeron desde el restaurante el bosque en Ágreda) ¡sin cervezas ni nada!. Tras una animada y nada prudente velada nos fuimos a descansar, cansados pero satisfechos (y algo contentillos hay que reconocer) tras la dura jornada.
Al día siguiente no nos levantamos demasiado pronto. Tras recoger nuestras pertenencias y dejar aquello limpio como una patena, nos pusimos en marcha camino de Aldehuela de Ágreda. Un pequeño exceso de confianza nos hizo perder la ruta durante unos minutos, pues desde la pista ancha que tomamos al comienzo, salía una senda que conduce a la Aldehuela pero que no vimos de primeras por estar muy escondida. 11.15h.
La Aldehuela de Ágreda.
Al rato estábamos en el pueblo y desde allí otro camino cómodo y bien señalizado (el Camino Antonino o Soriano del Agua) nos condujo directamente al -espectacular- nacedero del rio Queiles y a Vozmediano, donde terminamos nuestra breve caminata y esperamos pacientemente el autobús que nos había de llevar a Ágreda.
El espectacular Castillo de Vozmediano.
A la 1 de la tarde estábamos en Ágreda. Rápidamente nos dividimos en varios grupos: los unos se apostaron de inmediato en la terraza de un bar de la plaza dedicandose a la actividad cervecera, y los otros nos decidimos por recorrer el pueblo a ver iglesias, palacios, huertas, castillos y demás.
Arco árabe de estilo califal.
Ocurre que en Ágreda hay mucho que ver, tiene un patrimonio cultural envidiable que a los que vivimos en la otra punta de la provincia siempre nos sorprende. Ahora me tocaría hacer una breve descripción pero como estoy un poco vago ahí va un enlace a la wikipedia para el que quiera saber más: http://es.wikipedia.org/wiki/Ágreda.
El Palacio renacentista de Castejones en Ágreda.
Las huertas árabes de Ágreda con sus plantaciones de cardo rojo y tal.
Unos cientos de fotos despues nos volvimos a juntar en la plaza, aplacamos nuestra sed tomando un pequeño refrigerio para hacer gasto y nos acercamos al hostal doña Juana para acabar la excursión con una merecida, calórica y estupenda comida (que ricas alubias), lástima no haber catado el cardo rojo.
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