POR LA SIERRA DEL MONCAYO: Sábado: Ascensión invernal al Moncayo (2317 m) y Domingo: Circular de La Atalaya y Muela del Morrón
sábado 22: 18,8km de montaña
altimetría: +1110m -1110m
domingo 23: 12,5km de montaña
altimetría: +589m -589m
Ante las abundantes nevadas de primeros de febrero, decidimos programar para los días 21, 22 y 23 del mes corriente un completo fin de semana de actividades ¿invernales? en la Sierra del Moncayo.
De nuevo Meteoro se vuelve a reír de nosotros y diez días antes de nuestra cita con la montaña fija un potente anticiclón en toda España que provoca la casi total desaparición de la nieve en toda la sierra. Parece ser que el cambio climático tiene completamente despistadas a Gea, Gaia, La Mari y Pachamama.
- Sábado – Exigente ruta, casi integral, de la Sierra del Moncayo: Alto de la Majada, Peña Lobera, Alto del Corralejo, Cerro de San Juan y Pico San Miguel (Moncayo, a 2317 metros de altitud).
- Domingo – Perímetro y cumbre de la Muela del Morrón.
- Y el hospedaje en La Ermita de San Roque de Beratón, habilitada como alojamiento rural, es el lugar ideal para el descanso en este privilegiado entorno natural. ¡Lo dicho… un completito fin de semana!
El viernes por la tarde nos desplazamos con rumbo a la localidad de Beratón, pueblo con mucha historia y también con muchas “historias” que os iremos desvelando. Está situado en la falda sur de la Sierra del Moncayo y a una altitud de 1395 metros… nada más llegar el cierzo nos da el primer aviso. La Ermita de San Roque está completamente equipada y esa noche disfrutamos de sus dependencias cenando en el salón al calor de la chimenea. Van discurriendo las horas en un ambiente muy montañero, como si en un refugio de alta montaña estuviésemos, con conversaciones al uso – concretando rutas e itinerarios a seguir, comentarios sobre el tempero, etc – y alguna que otra partida de cartas.
El sábado amanece frio, plomizo, pero sin lluvia y con una caprichosa niebla que asciende y desciende verticalmente creando un ambiente becqueriano que nos hace creernos protagonistas de alguna de sus leyendas inspiradas por estos lares. Iniciamos la ascensión mentalizados con la exigente altimetría de la ruta, así como la duración de la misma… a la postre casi ocho horas con las correspondientes paradas para descansos, almuerzo, comida y disfrute.
Los primeros kilómetros, los totales serán veinte largos, discurren entre un bosque de rebollos donde un águila real nos recibe levantando el vuelo a nuestro paso y dándonos a entender que estamos en su territorio. Proseguimos… y superado ya el Alto de la Majada, encaramos la más exigente ascensión al Pico Lobera donde, ante la sorprendente ausencia de viento, decidimos reponer fuerzas con un merecido almuerzo. Continuamos… y ya no dejaremos de pisar nieve que, aunque poca está muy… muy helada y como vamos pertrechados de crampones, que finalmente no necesitaremos ponernos, el ascenso se hace con confianza y seguridad. Visto y no visto nos presentamos en el Alto del Correlejo y poco después en el Cerro de San Juan y ya sin descanso atacar a la cumbre del Pico San Miguel, nombre geodésico del popularmente conocido como Moncayo.
Momento para fotos y entre unos y otros recordar historias, curiosidades y anécdotas de la imponente mole donde nos encontramos… que, si etimológicamente viene del latín mons canus, o sea monte con canas, es decir monte blanco; que, si hubo un ladrón, un caco, que habitaba en una cueva del monte y de ahí mons caco, que derivó en Moncayo. Por cierto, que en la localidad cercana de Cueva de Ágreda hay una oquedad… ¿podría haber sido su morada? También surgieron dudas sobre la existencia en cumbre de un hito de un metro y medio de alto; poco después, haciendo memoria, recordamos que es el “pilar” donde se instaló en su día una imagen de la Virgen del Pilar y que unos vándalos arrancaron quedando únicamente el monolito con una cruz alusiva a la simbología mariana.
Ya hemos apuntado lo caprichosa que estaba ese día la niebla, pues hete aquí que durante unos escasos instantes se levantó cuan cortina de escenario dejándonos contemplar en todo su blanco esplendor… – ¡Mirad, yo creo que son los Pirineos! – exclamaba David que, cámara en mano, nos advertía de las vistas e inmortalizaba el momento.
El tiempo pasa cadencioso y sin cesar… es el momento de descender. Muy cerca de la zona boscosa, unas caprichosas lastras de piedra parecía que nos susurraban… – ¡Aquí tenéis el sitio ideal para degustar de un buen yantar! Parada y fonda. Comida relajada y distendida y cuando estimamos conveniente reanudamos la marcha para completar los escasos kilómetros que nos separan de Beratón.
Momento vespertino para aseo y paseo por el pueblo. Deambulamos por sus calles, contemplando sus casas donde abunda la piedra y nos llegamos hasta su iglesia. Y es en su iglesia donde nos enteremos de una historia real pero que bien pudiera ser el guion de una película: Corría el año 1874, por el abrupto terreno de la Sierra el Moncayo campaba a sus anchas la banda del Tío Chupina.
El día 8 de febrero (en su recuerdo, esta fecha da nombre a la plaza del pueblo) todos los lugareños estaban en la iglesia para la misa dominical cuando los bandoleros armados con trabucos, irrumpieron en el templo y encerraron en él a todos los presentes. Uno por uno iban sacando a los feligreses y les “acompañaban” a sus casas para desvalijarlas. Aunque unos aguerridos jóvenes lograron descolgarse por la torre de la iglesia y fueron a pedir ayuda a los pueblos vecinos. La reacción fue contundente, dieron caza a los bandidos matando a varios e hiriendo a otros, entre ellos al Tío Chupina, que recibió un disparo en la pierna.
A una hora prudente nos desplazamos hasta la cercana localidad de Cueva de Ágreda donde tenemos concertada la cena de grupo en el bar-restaurante “La Cantina”. Lugar agradable y acogedor donde antes de sentarnos a la mesa disfrutamos de unas merecidas cervezas en barra. Y ahora, a una hora razonable regresamos a Beratón para el igualmente merecido descanso.
El domingo tenemos claro la ruta que deseamos realizar: ascenso perimetral a la Atalaya y Muela del Morrón alcanzando su cumbre; pero la verdad es que las rutas alternativas que ofrece la zona son muy numerosas y todas atractivas. El día amanece completamente despejado y excesivamente caluroso, remontamos el barranco del Hoyuelo para llegar al extremo más oriental de Castilla y León, y ahora ya…
pateando por Aragón, ascendemos a la Muela recreándonos por las zonas altas de sus farallones y cruzamos su meseta hasta alcanzar su cumbre. Momento para contemplar las vistas en 360º. Cuando estimamos oportuno desandamos el camino de regreso a Beratón. Recogemos el albergue, nos despedimos de algunos lugareños prometiendo volver y nos acercamos de nuevo a “La Cantina” de Cueva para rematar la faena con una comida de celebración.
Lo dicho… completo y agradable fin de semana montañero.
Es tanta la satisfacción que creemos conveniente despedirnos con una compartida reflexión que nos dejó Iñaki Ochoa de Olza:
“A la montaña no se vuelve. Cuando has llegado a ella por primera vez se queda contigo para siempre. Habita en ti como una costumbre, quizás como un virus, siempre como una necesidad. Puedes escapar a ratos, pero el resto del tiempo tú la perteneces.
¡Pura Vida!”
¡Salud y montaña!!!
Atentamente,
Fdo.: El Capitán.-
¡Un regalo para el final!
Tente Lagunilla, montañero que ocupa el puesto 1002 de ascenso al Everest, comparte en su página web "A ras del cielo" su última expedición a Nepal en la que dos miembros de SanBur tuvieron la fortuna de participar.
Aquí os mandamos el enlace... disfrutad, salud y montaña:
https://www.arasdelcielo.com/galerias/nepal-2024/